Alternativas al déficit de la dependencia pública

La conocida como Ley de Dependencia vino a dar respuesta a una demanda y necesidad sentida por amplios sectores sociales de ofrecer unos mejores servicios y lograr una mayor igualdad para aquellas personas que por su situación personal tenían serias limitaciones en su vida diaria. Como reflexión, no nos debemos olvidar que la esperanza de vida crece y que, aunque es posible que vayamos a vivir más años, es muy probable que algo de nuestro organismo pueda fallar y necesitemos ayuda externa parcial o totalmente. ¿Quién no ha tenido un familiar dependiente y ha conocido de cerca esta realidad?, ¿qué puede ocurrir en caso de la dependencia con las personas cada vez más numerosas sin familia?.

Esta ley consolidaba el tan ansiado estado del bienestar y nos acercaba a países más avanzados en esta materia creando unas amplias expectativas. Sin embargo, esta Ley se ha ido enfrentado a unos formidables retos que han hecho peligrar su aplicación e incluso su pervivencia, al menos en la forma en la que inicialmente se había aprobado. Estos retos no son otros que la prologada crisis económica que ha traído generalizadas restricciones presupuestarias y factores demográficos como el envejecimiento de la población que introducen mayor presión al sistema y obligan a pensar en el largo plazo. Estos retos son comunes a los países de nuestro entorno. En su caso, han llegado a la conclusión que para gestionar con eficiencia esta necesidad han debido recurrir a soluciones al margen de las que puede proveer “Papa Estado”.

Por desgracia, una de cada tres personas dependientes no recibe ninguna prestación o servicio, según un informe presentado por la Asociación de Directores y Gerentes de servicios sociales. Tal y como muestran los últimos datos del Ministerio de Sanidad, de los 1,2 millones de personas dependientes que hay en España, 381.508 se encuentran en lista de espera. Es muy probable que se necesiten más de cuatro años en acabar con las listas de espera y dar ayudar a todos los que las necesiten.

Según explican, el actual incremento de personas atendidas es “claramente insuficiente”, esto es debido a que se han incorporado los ‘dependientes moderados’, que estaban siendo atendidos por los servicios sociales de su localidad u autonomía.

Las diferencias territoriales en el ejercicio del modelo de financiación son significativas y los derechos son cada vez “más extremos”, señalan los expertos. Por ello, se ha ido acumulando un recorte desde el año 2012 que se eleva a más 3.000 millones de euros debido a la “eliminación de las cotizaciones de cuidadores familiares y a la reducción del 15% del nivel mínimo”

Con este panorama quedan pocas opciones para solventar un problema que puede ser ineludible:

  • Generar un capital que me permita solventar una dependencia futura. Esta solución es complicada y solo apta para el acceso de unos pocos, puesto que previamente muchos habrán tenido que generar también previamente un fondo para atender a mis previsiblemente escasos ingresos para atender su jubilación.
  • Dejar en manos de familiares y/o el estado mis necesidades en caso de dependencia con el consiguiente interrogante de si cumplirán con ellas.
  • Contratar una solución privada de las que ofrecen algunas compañías de seguros a través de las denominadas pólizas con cobertura de dependencia. Estas pólizas atienden dos opciones:
  1. Dependencia severa: Cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida durante dos o tres veces al día, pero no requiere apoyo permanente de un cuidador o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal. El baremo Se corresponde con dependencia de Grado II para obtenerla es tener de valoración 50 a 74 puntos.
  2. Gran dependencia: Cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades de la vida diaria varías veces al día y, por su pérdida total de autonomía física, mental o sensorial, necesita el apoyo indispensable y continuo de otra persona o tiene necesidades de apoyo generalizado para su autonomía personal. Se corresponde con dependencia de Grado III con puntuación del baremo de valoración entre 75 y 100 puntos.

Con esta información solo pretendemos desde Gestoría Rincón informar de una situación que por desgracia solo se valora cuando ya ha ocurrido y trasladar alguna de las soluciones con las que asesoramos a nuestros clientes para que estén prevenidos antes de que ocurra la no deseable dependencia que puede proceder por cualquier causa.